"Se ríen de mí porque soy diferente. Yo me río de ellos porque son todos iguales" (Kurt Cobain).
Algún día, en alguno de esos clásicos test para psicología, me preguntaban que como definiría mi personalidad. Respondí una cosa creo que muy extraña y que seguramente el que revisó aquel test no entendió: una combinación de la personalidad de Matt Bellamy, Thom Yorke y Kurt Cobain (para todos los amantes del rock que piensan que estoy blasfemando, me refiero sólo a la forma de ser o personalidad, obvio que no tengo el talento ni la grandeza de ellos tres). Creo que los tres tienen pocas cosas en común, fuera de ser vocalistas de legendarias bandas de rock, aunque tal vez comparten una: que la neta el aspecto de los tres no es muy agradable, pero su enorme grandeza está por el talento que tienen y por lo que son como personas. Tal vez el que menos cuidaba su aspecto, pero el que más tintes de leyenda tiene en este mundo es el buen Kurt. En este momento, creo que de los tres, es el que más porcentaje tiene de mi personalidad.
De Kurt Cobain podría escribir muchísimo, pero pues sería lo que está en Wikipedia y que tal vez muchos de ustedes saben: que fue el vocalista y guitarrista de Nirvana (la banda salvadora del rock de los 90s), que escribió “Smells Like Teen Spirit” (en casi cualquiera de las listas de las mejores canciones de los 90s será la número uno), que se suicidó a los 27 años, en fin… pero hoy no pienso hablarles ni de la música de Kurt, ni de una biografía que podría copiar y pegar de cualquier página de internet: aunque suene arriesgado y muchos quizá me dirán que yo ni lo conocí en persona, hoy pienso hablarles de su personalidad.
El mito de Kurt Cobain no se da porque sea en sí el mejor de los ejemplos, ni un héroe, se ha dado porque era el vocero de una generación: La Generación X. Una generación que fue hija de padres hippies, pero dichos padres sólo pregonaban el amor para sí mismos o en reuniones con otros hippies, por lo que sus hijos siempre fueron ignorados o descuidados, y por lo tanto crecieron en un ambiente que tendía a lo depresivo. Kurt era un niño normal podría decirse, hasta los 9 años que sus padres se divorciaron. Desde ese momento Kurt cambió, pues nunca lo logró superar; y a partir de ahí su vida fue un peregrinar, que incluyó el hasta dormir noches enteras debajo de un puente, o en casa de sus amigos.
"Si odias a las mujeres y si odias a los homosexuales, no vengas a nuestros conciertos"
Desde que iba en la escuela, Kurt siempre fue amante de las minorías, de los niños rechazados, de los homosexuales. El mismo confiesa que no hubiera tenido problemas en ser gay. Por lo tanto, era discriminado por los chicos “cool” y no era socialmente aceptado. Y Kurt era feliz siendo así… no tenía que aparentar nada, quedar bien con nadie y quería a las personas por el simple hecho de cómo eran. El problema fue cuando intentó hacer su grupo de rock, pues no conocía a mucha gente, pero como dicen, más vale calidad que cantidad, y así conoció a Krist, hijo de inmigrantes croatas (de nuevo las minorías); y fundaron Nirvana. Ya después se integró Dave Grohl para conformar la alineación mítica.
Y estando en el grupo, Kurt conoció a una mujer que era vocalista de otra banda, llamada Courtney Love. Una mujer de lo más rara, con muchos pedos mentales, pero que al final Kurt la quería por una simple razón: amaba su forma de ser, por más rara y de aspecto ciertamente no muy agradable. Esta mujer tal vez fue la que lo llevó a la ruina y se dice que tal vez hasta ella fue quien lo mató, pero a pesar de todas las críticas de los demás, Kurt estaba convencido que era su mujer ideal. Y Courtney también le dio algo que Kurt amó de sobremanera, al punto que por amor a ella intentó dejar las drogas: su hija Frances Bean.
"Ser el #1 en el chart es como ser el # 16, solo que ahora más gente besa tu culo"
Cuando inició Nirvana, y aún después de su primer CD, no muchos daban un quinto por ellos y los tiraban de raros. Después de que salió el Nevermind, la gente lo comenzó a aclamar de sobremanera pues se dieron cuenta de su grandeza, y porque ahora escuchar rock alternativo era “cool”. Pero ni con todo esto Kurt cambió su modo de ser, y fue muy crítico y hasta sarcástico con toda la gente que los tachó de raros, pero que ahora los escuchaban porque eran “cools”. Aún así, fue muy difícil para Kurt aceptar que de la noche a la mañana se volvieron millonarios, por lo que entró en depresión ya que sus ideales se estaban viendo opacados, pues ser famoso y “cool” no estaba entre ellos; por lo que entró al oscuro mundo de las drogas.
Kurt nunca fue una persona muy agradable con sus fanáticos, pero a partir de su incursión a las drogas se dedicaba a prácticamente cantar y no interactuar con los demás, ni siquiera con sus compañeros de grupo. El buen Kurt ya no estaba de acuerdo con lo que hacía, con ser obligado a cantar en MTV lo que el canal quisiera y fue perdiendo las ganas de vivir, pues el tocar ya no era algo que disfrutara. Aquí un fragmento de su carta de suicidio:
“ […] cuando se apagan las luces antes del concierto y se oyen los gritos del público, a mi no me afectan tal como afectaban a Freddy Mercury, a quien parecía encantarle que el público le amase y adorase. Lo cual admiro y envidio muchísimo. De hecho no puedo engañar, a ninguno de ustedes. Simplemente no sería justo ni para ustedes ni para mí. Simular que me lo estoy pasando el 100% bien sería el peor crimen que me pudiese imaginar. […]Soy consciente de que yo, nosotros, hemos gustado a mucha gente. Debo ser uno de aquellos narcisistas que sólo aprecian las cosas cuando ya han ocurrido.
Soy demasiado sencillo. Necesito estar un poco anestesiado para recuperar el entusiasmo que tenía cuando era un niño. En estas tres últimas giras he apreciado mucho más a toda la gente que he conocido personalmente que son fans nuestros, pero a pesar de ello no puedo superar la frustración, la culpa y la hipersensibilidad hacia la gente. Sólo hay bien en mí, y pienso que simplemente amo demasiado a la gente. Tanto, que eso me hace sentir jodidamente triste. El típico Piscis triste, sensible, insatisfecho, ¡Dios mío! ¿Por qué no puedo disfrutar? ¡No lo sé! Tengo una mujer divina, llena de ambición y comprensión, y una hija que me recuerda mucho a como había sido yo. […] Lo tengo todo, todo.”
Gracias Kurt por demostrarnos que los ideales se pueden mantener hasta la muerte y la fama no tiene porque hacerte sentir más, por recordarnos que lo más auténtico y grandioso es lo menos comercial, por demostrarnos que el amor se da no importando los defectos o las apariencias, sino por lo que la gente lleva dentro; por hacernos darnos cuenta que el éxito principal es el propio y es el hacer lo que a uno le gusta, no lo que los demás quieren que hagamos o vender millones de CDs; por hacer en tu música algo que más que ritmos pegajosos que solo estuviera de moda un rato; por demostrarnos que ser “cool” solo nos lleva a un mundo de apariencias y no de valoración a los demás; pero sobre todas las cosas, gracias por enseñarnos que el verdadero valor de las personas está en su forma de ser, en su ideales, en sus valores, en sus sentimientos; y que lo menos importante es lo que sale en la foto… ¡De verdad Gracias!
Y cerraré citando la misma frase de “Hey Hey, My My” que tú citaste en tu carta de suicidio y que nos dejaste como una gran lección con tu propia muerte:
“Es mejor quemarse… que apagarse lentamente”